[El Quisquilloso] - El cielo se muere

¡Saludos, queridos lectores!

Las pasadas Pascuas me encontraba con mi prima rezándole a las mancias divinas y lanzándole besitos al cielo, como todos los años, cuando nos dimos cuenta de una cosa... El cielo lloraba. Ambas nos preocupamos muchísimo, y después de tomarnos unos pastelitos a la salud del firmamento, empezamos a pensar. ¿Y si, por casualidad, habíamos interpretado mal el mensaje del cielo? ¿Y si estaba sano? Pero... ¿y si de verdad estaba sufriendo? Desconsoladas, y sin saber que hacer, barajamos diferentes soluciones hasta dar con una que nos pareció adecuada a las dos: Visitar el Instituto Japonés de Astronomía. Era la única manera que teníamos de saber si el cielo estaba bien, o, si por el contrario y tal y como nosotras nos temíamos, estaba enfermo.

Hacia muchos años que, en uno de nuestros viajes de peregrinación al sanador de almas, conocimos al astrónomo Yomiroes Trellitas y al vidente Komosabe, dos grandes celebridades en sus campos; ambos súper reconocidos en Japón.
Nos pusimos en contacto con ellos y a los tres días recibimos una lechuza invitándonos a pasar un par de semanas en su país, para que les expusiéramos nuestras teorías sobre el cielo. Ni cortas ni perezosas hicimos las maletas ese mismo día, nos despedimos de nuestra familia, y partimos rumbo a Japón.
Una vez allí, comenzamos a buscar el Instituto Grantel Ecopio, y por fortuna para nosotras, era un lugar sumamente prestigioso, por lo que no tardamos nada en encontrarlo. Nos quedamos gratamente sorprendidas con la cultura de rezo al cielo que tenían los japoneses, y después de rezarle a la luna un ratito con unos nativos, nos dirigimos al Instituto. Allí, el señor Trellitas nos guió hasta su despacho, dónde nos esperaba el vidente Komosabe. Después de compartir nuestras teorías con ellos, ambos nos dieron la razón: el cielo estaba triste.
Después de darle muchas vueltas, los cuatro dedujimos que la culpa de esto la tiene la sociedad occidental, tan increíblemente escéptica que no solo no le reza al cielo, sino que lo maldice, lo insulta, y se ríe de aquellas personas que intentan preservarlo.
Desde el Quisquilloso quiero hacer un llamamiento a toda la Comunidad Mágica de Gran Bretaña: el cielo se muere, salvadlo. Si no sois capaces de lanzarle besitos, no impidáis que otros lo hagan. Es la única manera de que el cielo recupere su sonrisa, y no nos deje para siempre.